
Sus fauces se tragan otras historias, se pepenan de otras vidas ya secas, ya apenas intermitentes, aquella bestia se echa sobre la ciudad y ataca corazones con violencia, se los devora con sus remolones y luego se agita y aulla y jadea y se extasía sobre la sarna de la ciudad.
Y la bestia se echa sobre un vientre que carece de amor y se cuelga de èl como quien muerde y no suelta, es la necesidad de las calles desgañitarse en un rojo truculento que mancha el empedrado, es la mundanidad, somos bestias que se descarnan unas a las otras, nos despedazamos por hambre, por guerra, por instinto
o por que no sabemos amar si no mordemos... Helen Herrera.- Pero amor perro.....