No soy el sexo débil víctima de una que otra pasión desenfrenada ni soy del todo culpable cuando como vorágine me sujeto a todas las emociones de ese hombre que me desgarra con sus uñas y se lleva violentamente mi mas prófugo deseo. No soy una margarita que se marchite fácilmente como tampoco se me puede culpar solo a mi de demacrarme cuando ese hombre me toca tan atrozmente indiferente pero es cierto que antes me abri a sus obsesiones de par en par y que mientras él se fumaba un habano yo me desengraba de rabia, de dolor, de un nudo en la garganta que no se atrevía a decir - ya basta- y entonces me iba a la ducha y me escapaba en un charco de agua, hasta que empecé a esconderme detrás de la puerta, debajo de la cama, por la ventana abierta, entre sus dedos, por sus ojos, muy por la esquina de su alma y asi sucesivamente hasta que escondida me marché a las cinco de la mañana y él jamás lo notó.
" Yo a escondidas "
Del libro - chicas de látex -
Lectura recomendada: el sofá rojo de Monica.
Helen Herrera.- escribo por que si.
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